Ayer mientras esperaba el transporte público en alguna esquina de la ciudad, me entretenía mirando a tres chicos de no más de 10 años que limpiaban los parabrisas de los automovilistas impacientes. más allá de la diversión resultante de ver la cara de los que se negaban, (y digo diversión porque siempre me ha parecido divertidamente absurdo que la gente se moleste tanto cuando con un gesto es suficiente) me dejó pensando en que dada la hora estos chicos probablemente no asisten a la escuela, y es triste ver que personas con tanto potencial, porque definitivamente eran más que listos, puedan pasar su vida siendo tan agredidos cuando menos despreciados por unas pocas monedas.
Aunque estoy seguro que muchos estarán en contra, yo siempre he sido de la opinión que a los que venden u ofrecen algún "servicio" en los cruceros debemos valorarlos y hacer lo posible por comprarles o aceptarles lo que ofrecen, y no por el miedo patológico que algunos sienten cuando se acerca un "mugroso" a su auto, sino porque no me imagino que nadie en su sano juicio elija tal actividad a cualquier otra que le permita ganar unas monedas; cierto es que cuando uno hace cuenta siendo optimistas al menos en el aspecto económico muchos quisiéramos ganarlo ellos ganan, sin embargo en la realidad del optimismo no cuenta y la verdad es que con frecuencia lo más que llegan a ganar es un peso en cada cambio del semáforo; este artículo creo que expresa mucho mejor mis ideas, porque como siempre lo que vemos está limitado a lo que en realidad queremos ver, y rara vez nos damos cuenta de lo que hay atrás de cada persona que se gana la vida en un crucero.
Visto en La Jornada
¿Es ético robar?
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