Las sociedades son complejas y con frecuencia las costumbres de los miembros de una sociedad llegan a resultar extrañas a personas ajenas, sin embargo hay costumbres que parecieran ser mundiales por absurdas o estúpidas que puedan ser, una de esas costumbres que yo nunca he entendido y que más allá del asco que pudiera provocar me parece sumamente inconsciente y de mal gusto, es la gente consume goma de mascar, y después la deja en cualquier lugar.
Esta noticia me ha llamado la atención por dos razones, la primera es que resulta que esto de arrojar la goma de mascar al piso es una costumbre mundial, y ni siquiera los más civilizados países europeos se salvan; la otra es que mientras nos rasgamos las vestiduras por la cantidad de impuestos que el gobierno nos cobra por cuanta cosa se le ocurre, seguimos arrojando nuestros chicles al suelo sin pensar el gasto enorme que implica para los servicios de limpieza de la ciudad quitar cada uno de ellos.
Les dejo la noticia publicada en La Jornada donde se menciona el trabajo y el dinero que implica limpiar las aceras del centro histórico de chicles. Así que ya saben si andan por las calles y mascan chicle recuerden sus años mozos cuando iban a la escuela y la maestra lo sorprendía con el chicle en la boca, y trágenselo antes de arrojarlo a la vía pública, o de perdida carguen papelitos o bolsitas de plástico donde puedan guardarlos y tirarlos en el bote de basura de su casa; y para aquellas que gustan de contribuir a ese infame "tradición" de pegarlos en árboles o muros con miles de chicles, ojalá que les toque pisar excremento de perro por cada chicle en anexen a semejante porquería.
Ver noticia
Limpian de chicles el Centro
Esta noticia me ha llamado la atención por dos razones, la primera es que resulta que esto de arrojar la goma de mascar al piso es una costumbre mundial, y ni siquiera los más civilizados países europeos se salvan; la otra es que mientras nos rasgamos las vestiduras por la cantidad de impuestos que el gobierno nos cobra por cuanta cosa se le ocurre, seguimos arrojando nuestros chicles al suelo sin pensar el gasto enorme que implica para los servicios de limpieza de la ciudad quitar cada uno de ellos.
Les dejo la noticia publicada en La Jornada donde se menciona el trabajo y el dinero que implica limpiar las aceras del centro histórico de chicles. Así que ya saben si andan por las calles y mascan chicle recuerden sus años mozos cuando iban a la escuela y la maestra lo sorprendía con el chicle en la boca, y trágenselo antes de arrojarlo a la vía pública, o de perdida carguen papelitos o bolsitas de plástico donde puedan guardarlos y tirarlos en el bote de basura de su casa; y para aquellas que gustan de contribuir a ese infame "tradición" de pegarlos en árboles o muros con miles de chicles, ojalá que les toque pisar excremento de perro por cada chicle en anexen a semejante porquería.
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