La frase

Indignados por el no futuro, la opresión y la censura. Por los abusos y robos a plena luz del día de sus democracias corruptas, y sus leyes medievales.

11 de enero de 2009

Dejé de esperar el final

Hoy por la mañana mientras veía el noticiero, escuche a un político israelí decir algo como: -si Hammas deja las armas Israel, como siempre los? acogerá con los brazos abiertos- Nadie lo cuente pero no pude evitar hacer una seña obscena.

Lo cual me hizo recordar un post en el excelente blog de Mario A. Nuñez: Quien justifica la guerra, justifica también todos sus crímenes, donde dice: "La sangre en Gaza sigue corriendo. No es el momento de discursos ambiguos y declaraciones hipócritas."

Como él comenta, escribir en contra de la matanza, por que eso es y no más, desde la comodidad de casa, es muy fácil, como también dice Silvio Rodríguez: "Que fácil es protestar por la bomba que cayó, a mil kilómetros del ropero y del refrigerador". Hay una reflexión que me gustaría hacer al respecto, ¿de verdad es fácil? me queda claro que hay muchos insensibles que dicen que no ven noticias por que son aburridas y mejor le ponen a la serie de moda; pero creo que también hay muchos que agobiados por la vida diaria, llenos de problemas, solo pueden hacer eso y no mas, protestar cómodamente desde casa, a final de cuentas mañana será un día pesado, nuevamente y traer la comida a la familia siempre es prioritario. Pero no podemos cerrar los ojos, no podemos callar, no podemos permanecer indiferentes al dolor de otro ser humano por lejos que este de casa y del corazón.

Les dejó un texto copiado tal cual de La jornada, la crudeza creo que nos puede poner en perspectiva, para que aunque solo eso podamos hacer sigamos protestando desde nuestro sillón más cómodo.

El último párrafo de verdad rompe el alma, basta la frase final: "Nuestro único deseo es morir todos juntos como familia"

Simplemente no podemos dejar que esto siga pasando.

Carta de una refugiada palestina

El cielo continúa siendo azul, tal como lo recuerdo. No lo había visto desde hace tres días. Casi olvido lo hermoso que se ve durante un día soleado de invierno. Desearía poder caminar en la playa y disfrutar algo de paz.

Hace tres días, me fui a la casa de la familia de mi esposo con él y nuestros hijos. Dejamos nuestro departamento en la playa, que tiene una vista maravillosa, para encontrar un lugar más seguro donde los niños no tengan que escuchar las explosiones que los hacen despertar espantados y llorando. No puedo darles ninguna garantía de que mañana estaremos mejor o de que estaremos a salvo. Han dejado de preguntarnos si esto va a terminar y cuándo podrán volver a vivir sus vidas normales de niños.

Las imágenes son siempre las mismas, excepto que esta vez son más violentas y perversas. Ya no disfrutamos nada desde que Israel comenzó la guerra contra los civiles en la franja de Gaza. Ni yo ni mis hijos soportamos más el sonido de los continuos bombardeos de la maquinaria bélica israelí. Es peor durante la noche. Los niños empezaron a irse a la cama muy temprano para no escuchar el ruido de los aviones F-16 tirando bombas. No pueden imaginarse lo aterrador que es escuchar el silbido de los misiles antes de que impacten contra algo.

Después de cada estallido uno siente que será el blanco del próximo proyectil que venga y se pone a contar los segundos. Lo único que podemos hacer es agradecerle a Alá cuando despertamos en la mañana siguiente a salvo. ¡Viviremos un día más!

Solía escuchar hablar a la gente de cómo se odia a las guerras, sobre todo el dolor que dejan en nuestros corazones y almas. La guerra es muy cruel y nosotros, los refugiados palestinos, hemos podido atestiguar la crueldad de la guerra más de una vez. Pero este conflicto es el más cruel de todos. No hay piedad, no hay diferencia entre el niño, el anciano o inclusive el feto inocente y no nacido. Todos ellos son criminales y merecen morir, según Israel.

Dejé de esperar el final. Mis hijos ya no sienten nada al ver las imágenes de televisión. Niños y familias, todos son víctimas del odio y la inhumanidad de Israel. La vida dejó de tener sentido no solamente para nosotros sino para nuestros hijos. Nosotros, por lo tanto, sólo esperamos nuestro turno para engrosar la lista: un nuevo número, no somos más, sólo un número.

Nuestro único deseo es morir todos juntos como familia para que ninguno de nosotros tenga que vivir con la amargura de haber perdido a los demás.

Najwa Sehikh, enero de 2009. Campo de Nusierat, franja de Gaza.

* Tomado de la página de Internet de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos., , Traducción: Gabriela Fonseca.

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