Un amigo hace tiempo me comentaba a modo de reflexión como era que admirábamos tanto a Freddie Mercury siendo una persona con una vida personal (independientemente de su carrera) tan poco admirable; y aunque para muchos es un ídolo intocable, también es cierto que hay quien ve solo los excesos que cometía. De igual manera hace años alguien me comentaba sobre Alberto Cortés, de quien se decía era insoportable, un patán totalmente alejado de las letras de sus canciones.
Ejemplos hay muchos, personajes admirados por su obra, que se convierten en modelos para muchos, idealizados en extremo que sin embargo no son solo seres humanos, como todos nosotros; así tenemos que se dice que Gandhi golpeaba a su mujer, y Michael Jackson jamás se pudo quitar la etiqueta de pederasta. La reflexión es simple tendemos a seguir a otros, buscamos quien se ajuste a nuestras creencias y nos entregamos ciegamente, defendiendo a capa y espada a nuestro ídolo, negándonos a escuchar cualquier cosa negativa sobre él; pero nada es blanco o negro en este mundo, nada es totalmente inocente, ni absolutamente maligno; idolatrar puede desde llenarnos de vergüenza ante el descubrimiento de que nuestro ídolo infantil era en efecto una porquería, hasta cegarnos y confiar en lideres que no tienen nada de bueno.
A lo largo de la historia ha habido personas que han alcanzado la inmortalidad por sus obras, convirtiéndose en referente de lo que representan, paz, inteligencia, creatividad, heroísmo, etcétera; y muchas veces nos resulta ofensivo cuando alguien habla mal de ellos, sintiéndonos agredidos al ser criticado aquello en lo que creemos; pero es nuestro deber como seres humanos del siglo XXI ser mucho más críticos con lo que aprendemos, sobre todo con lo que admiramos, por que nada es absolutamente bueno ni malo, y si no lo tomamos en cuenta jamás saldremos de nuestro mundo cuadrado, ni podremos hacer nada por mejorar las condiciones de vida de los demás.
A manera de ejercicio les dejo el enlace a un interesantísimo artículo que encontré; me parece certero en sus observaciones, aunque tal vez un poco ofensivo en sus conclusiones, no soy quien para emitir un juicio ni sobre el autor, ni sobre le personaje de quien habla, creo que tiene lo suyo para mover conciencias (si no se niegan a aceptar la verdad) y hacerlos meditar sobre estos asuntos de los ídolos y las creencias.
ADVERTENCIA, si no están dispuestos a aceptar se juzgue a quien posiblemente sea su ídolo, si no son capaces de aceptar que hay otras opiniones y otras "verdades" mejor ni lo lean, no es una lectura fácil para quien cree ciegamente sin aceptar que sus ídolos son seres humanos, ni mas, ni menos.
Advertidos están, los interesados, lean pues POR QUÉ DETESTO A LA MADRE TERESA DE CALCUTA, encontrado en Soho.com.co
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